Cuando tuve a mi primer hijo, muchos me aconsejaron, incluyendo a mi mamá, que no dejara pasar mucho tiempo para tener al segundo, asi crecerían juntos, jugarían y compartirian muchas cosas que a veces no pueden hacer los hermanos que se llevan por varios años de diferencia.
Gracias a Dios pude hacerlo, mi esposo y yo le dimos un hermanito a mi hijo mayor. Sin embargo, los que seguimos estos consejos sabemos que no es tan fácil como suena, hay momentos de bastante estrés, cuando son pequeños porque necesitan atención y cuidados muchas veces al mismo tiempo y cuando son grandes son otros los motivos.
Sin lugar a dudas cada etapa es diferente, y salen cosas nuevas con qué lidiar. A medida que nuestros hijos van creciendo se ve mas seguido ese compañerismo y complicidad entre ellos. Lo ideal sería que la mayor parte del tiempo sea así, pero no lo es, porque dentro de esa etapa de crecimiento también surge la rivalidad y competencia, surge de la nada, basta solamente con encontrar un pequeño motivo para comenzar la discusión.
Mis hijos se llevan por dos años, y aunque son amigos y hacen muchisimas actividades juntos, no faltan esos momentos en los que uno quiero sobresalir más y pretende ser mejor que el otro. Por ejemplo, si alguien encuentra algo primero, si uno tiene más amigos que el otro, si uno tiene mejores notas que el otro. En la mayoría de los casos es el menor quien compite con el mayor, pero no siempre es así, con los mios es generalmente lo opuesto.
¿Qué es lo que nosotros los padres podemos hacer y no perder la cabeza en el intento por solucionar el problema?
- Primero, respira profundo, siéntate, míralos a los ojos y diles que cada uno de ellos es especial a su manera, y que para los padres no hay mejor ni peor, ni ganador ni perdedor.
- La regla más importante es que debemos de evitar el compararlos, con eso solo logramos herir sentimientos y aumentar el ego del otro.
- Asignemos un tiempo para conversar en privado con cada uno de nuestros hijos, ese es el momento que podemos aprovechar para decirles lo mucho que los queremos al igual que a sus hermanos, hacerles comprender que cada persona tiene habilidades distintas, que por ejemplo, si ella o él es bueno en matemáticas, el otro los es en lectura, y en vez de competir, deberían de invertir esas energías en complemetarse y ayudarse el uno al otro para mejorar sus conocimientos o habilidades.
- Luego de hablarles y aconsejarles, lo mas seguro es que todavía sigan discutiendo y algunas veces compitiendo, pero ellos aprenderán y recordarán cada una de tus palabras.
- Si comienzan a discutir por algo sin importancia, déjalos que ellos mismos resuelvan sus conflictos, no los acostumbres a que los padres lo solucionen por ellos.
- No te desanimes, sigue siendo imparcial cuando tengas que serlo, y sigue hablándoles y repitiendo lo mismo cada vez que tengas que hacerlo, para eso estamos las mamás, nos conocen por repetir los mismo una y otra vez, por lo menos hasta que a nuestros hijos se les quede grabado lo que les decimos.
Recuerda que todo es una etapa. Mi hijo de nueve años recién hace unos meses comprendió que es mejor tener un hermanito que le siga los pasos con la lectura, ahora hasta se siente orgullos de él porque pueden hablar sobre los mismos libros que ya leyeron. Esos son los momentos y las actitudes que hay que resaltar en ellos.
Y cuando comiencen a discutir nuevamente sin llegar a un acuerdo y ya la paciencia se agota, te doy un consejo que por lo menos a mi me funciona ¡de maravilla! Mándalos a hacer un proyecto juntos, algo que no les guste hacer, por ejemplo a limpiar y ordenar su habitación, a recoger las hojas del jardin, a organizar el librero, algo en lo que se vean obligados a trabajar juntos, eso los hace renegar al principio pero luego los calma porque se ven obligados a ser un equipo si quieren terminar rápido con el proyecto y regresar a lo que estaban haciendo antes de comenzar la discusión.
Si tus hijos pelan o compiten siempre, me gustaría saber que es lo que tú haces. ¿Qué tácticas utilizas para manejar esta situacion?
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