Hasta hace tres semanas todavía tenía una pequeña lista de lo que me hubiera gustado que “Santa” me traiga en estas fiestas. Después de todo siempre pienso en mis hijos pero este año estuve pensando un poco en mí y fui dejando para el último mi búsqueda de un iPad y/o un iphone, cosas elementales que necesito para tomar notas durante los eventos o lugares a los que voy.
Sin embargo, hace unos días destruí mi pequeña lista y hoy día soy feliz y agradecida a Dios por lo que tengo, por la vida y por mi familia y eso es más que suficiente para mi.
¿Qué me hizo cambiar de opinión tan radicalmente?
Mi último viaje a Perú. Un viaje del que recién regresé anoche luego de pasar unos días con mis padres. Un viaje completamente diferente a los anteriores, un viaje del que obtuve lecciones aprendidas de la gente maravillosa de los Andes del Perú, lecciones que me van a durar de por vida y experiencias que algún día me gustaría que mis propios hijos lo vivan para que puedan ver el mundo desde otra perspectiva y para que se den cuenta que la vida en otros lugares no es tan fácil como ellos lo ven aquí.
La segunda semana de Diciembre un grupo de Latism – Latinos in Social Media, comformado por Edgar Mejía, Alberto Saldamando y yo nos dirigimos a Pata cancha, Cusco, Perú para dar inicio al segundo Cyber Sustainable Development Project de Latism. El año pasado, con Ana Roca a la cabeza, se realizó con gran éxito un proyecto similar en Montecristi en República Dominicana y este año le tocó al Perú.
Como peruana que soy, participé en este segundo proyecto con mucha alegría y emoción de poder llevar un poco de ayuda a la gente de este pequeño pueblo alejado de las zonas turísticas pero tan cerca a una de las maravillas del mundo como es Machu Picchu.
Los casi siete días que pasamos viviendo con la gente de esta comunidad me han hecho palpar la pobreza que abunda en las zonas alejadas de la capital de mi país. Al mismo tiempo, esta gente me ha dado lecciones de coraje ante las adversidades. Esta gente maravillosa de Patacancha, no tiene agua potable, no tiene una alimentación balanceada, se alimentan mayormente de tubérculos, viven en casas rusticas hechas de adobe en donde el frío traspasa fácilmente sus paredes. caminan día y noche en el barro durante esta temporada de lluvias, chicos y grandes usan solamente sandalias conocidos como “ojotas”. Los niños se levantan mucho antes que aparezca la luz del dia y se van a trabajar con sus padres al campo o con los animales.
Ellos no celebran la navidad, y les preguntamos el ¿por qué? Nos dijeron que no es la costumbre, pero esa respuesta no tan convincente, suena más a que no lo celebran por falta de recursos. Algunas veces los invitan a alguna celebración previa de la Navidad sobretodo para los niños pero tienen que ir caminando muchas horas o si tienen suerte pueden viajar en camión para poder asistir a estas fiestas que generalmente se realizan en la ciudad más cercana que es Ollantaytambo.
Durante nuestra visita, Juan el dueño de la casa en donde nos hospedamos, hizo el sacrificio de llevar a sus pequeños hijos a una de estas fiestas en donde les dan una taza de chocolate caliente, un pedazo de paneton y un juguete que es generalmente de plástico pero que para ellos fué una felicidad inmensa una vez que lo tuvieron en sus pequeñas manos.
Otro día, el mismo Juan fué al Cusco de compras y llego a casa muy tarde por la noche. El y su esposa Elena traían sobre las espaldas un bulto pesado que eran los víveres que necesitaban para la semana y en donde incluyeron un paneton (algo asi como un fruit cake) que es una tradición durante las navidades y que quisieron compartirlo con nosotros en el desayuno del día siguiente.
Esa mañana fué nuestra primera celebración de la Navidad en el Perú junto a nuestra familia adoptiva. Para ellos este desayuno fué especial por el tipo de comida que nos brindaban y se sentían felices de compartirlo con nosotros, y para nosotros fué especial porque nos sentimos parte de esa hermosa familia que compartió con nosotros lo poco que tenían. Ellos no saben de iPads ni de iphones ni de Santa, ellos solo saben dar y vivir felices mientras están en familia. Definitivamente una familia maravillosa!
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