Anoche veía las noticias acerca de lo que pasó en Boston y como a muchos me conmocionó ver las escenas de pánico y de terror. Las tomas aéreas terminaron por hacerme recordar los momentos vividos en la época del terrorismo en el Perú.
Esta mañana, luego de leer las noticias y los comentarios de la gente, veo con la misma tristeza de hace muchas años atrás el dolor que nos dejan las consecuencias de este tipo de tragedia.
Durante la época del terrorismo en el Perú, se perdieron miles de vidas. La seguridad en las calles no existía y siempre vivíamos al pendiente de todo lo que parecía sospechoso alrededor. Las noticias sobre las explosiones de bombas era nuestro pan de cada día y hasta por último nos hicimos insensibles a todo eso.
Cada mañana mi mamá nos despedía con un “cuídense mucho y regresen en cuanto termine la clase”. En cada apagón, ahí estaban mis padres esperando a que cada uno de sus hijos llegue a casa sano y salvo, si no esperaban en el paradero de los buses (micros), esperaban en la puerta de la casa hasta que todos estemos completos.
Cuando por fin se combatió al terrorismo, tuvimos que acostumbrarnos nuevamente a caminar sin miedo por las calles, y a tener confianza en la gente, fue difícil y todavía los que hemos vivido esa época nos quedamos con esos recuerdos imborrables.
Lo de ayer, me hizo volver una vez a la realidad. La realidad es que no estamos seguros en ningún lado, la realidad es que solo nos queda encomendarnos a Dios para que nos proteja y para que dé luz a esa gente que cree que el terror es la forma de obtener lo que ellos quieren.
Hoy dejé a mis hijos en la escuela sin antes pedir por ellos, como mi mamá lo hacia por mi y por mis hermanos años atrás.
Mi corazón esta con la gente de Boston y con las familias de perdieron a sus seres queridos así como de los heridos. Que Dios les de la fortaleza para seguir adelante y a todos nosotros nos haga mantener la confianza de que algún día podremos disfrutar de la verdadera paz.
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